Hablemos, escritoras.

De zorras y conectividad: la política de la memoria en Gabriela Jauregui .

Episodio 194 Reseñas

01/18/2021 · Francesca Dennstedt

Este es un proceso narrativo de transcripción de conectividad"

Hoy los invitamos a escuchar una reseña sobre La memoria de las cosas (Sexto piso, 2015) de Gabriela Jauregui (CDMX, México, 17 ene 1979), libro de cuentos donde se presta atención a momentos cotidianos que, con la ayuda del lenguaje, crean todo un mundo que puede o no ser fantástico. La lectura es a cargo de Francesca Dennstedt de Southern Illinois University-Carbondale. Lean la reseña completa y aprendan más de esta editorial y escritora en nuestra enciclopedia, y de la editorial Sur+ que dirige. 



Nacida en la Ciudad de México en 1979, Gabriela Jauregui es una figura intelectual en el panorama cultural mexicano a la que hay que prestar atención. No solo escribe poesía, cuento y ensayo, en inglés y en español, sino que su trabajo como editora, antologadora y traductora la posiciona como un referente indispensable de la literatura mexicana y latinoamericana. Es co-fundadora de la editorial independiente sur+, co-autora del experimento de creación colectiva Taller de taquimecanografía (Tumbona 2012) junto con Aura Estrada, Laureana Toledo y Mónica de la Torre. Además, es responsable de las antologías Tsunami 1 y 2 (Sexto Piso 2018 y 2020), volúmenes que proponen otras maneras de historizar el feminismo, ya no a través de olas sino como un tsunami que es imposible de parar. Como escritora ha publicado Controlled Decay (Akashic Books 2008) y Leash Seeks Lost bitch (Song Cave, 2016), el libro de cuentos La memoria de las cosas (Sexto Piso 2015) y ManyFiestas! (Gato Negro ediciones 2017), una especie de manifiesto remix en contra de la individualización. Esta breve introducción a su figura intelectual deja entrever que el trabajo de Jauregui es bastante diverso tanto en género literario y contenido como en materia de producción. 

Hoy, queremos invitarlos a hacer un breve recorrido de su libro de cuentos La memoria de las cosas que contiene pequeñas narraciones donde se presta atención a momentos cotidianos, casi invisibles a los ojos pero que con la ayuda del lenguaje crean todo un mundo que puede o no ser fantástico. Ya la contraportada anuncia que estamos ante un gabinete de curiosidades lleno de objetos e historias dispares que pensábamos conocer pero que hay algo nuevo que nos cautiva. Los personajes y objetos de los diecinueve cuentos de este libro están divididos en cuatro reinos: vegetalia, mineralia, animalia y artificialia, reinos que a su vez marcan su estructura. Aguacates, melones, zorras y diamantes conviven con biombos, correas y gomitas de oso. Todos y cada uno de estos elementos de la vida contienen para Jauregui memoria histórica: las gomitas de oso esconden un pasado nazi y los melones cuentan historias de aduanas y economías. El acto de recordar y narrar la memoria es uno de los grandes temas de la literatura. Pienso en Nellie Campobello en Cartucho, y la niña testigo de la revolución mexicana. O en la literatura española donde después de aprobarse la Ley de Memoria histórica en el 2007, se publican libros que reconstruyen, recuerdan y desentierran a las víctimas del franquismo. Por ejemplo, la escritora catalana Carme Riera en La mitad del alma (Alfaguara 2004), donde busca sus antecedentes familiares en la época de la posguerra. Como estos ejemplos muestran, la mayoría habla de la memoria de las personas y a Jauregui le interesa aquella de las cosas.

A manera de ejemplo, en el cuento titulado “Biombo,” una familia encuentra un biombo antiguo en su jardín y los hermanos no pueden decidir el valor del objeto así que deciden compartirlo. Cada uno se quedará con el biombo un año y podrá hacer lo que quiera con él: exhibirlo en casa, prestarlo a un museo o rentarlo en la esfera privada. La única regla es que no se puede vender ni dañar. El cuento está divido en años que saltan o regresan en el tiempo para mostrar al lector la memoria del objeto. El biombo contiene la historia familiar de los hermanos, pero también historias de migraciones, materiales y técnicas. El biombo es una historia del arte y la restauración: “Creó tiempo. Creó pasado. Logró que algo nuevo pareciera antiguo. Es como jugar con el espacio, le dije. Juega con el espacio como el biombo juega con el espacio. Es tres lugares a la vez. No es ninguno. Es utopía” escribe la autora. Esta cita bien podría describir los textos de La memoria de las cosas, mismos que juegan con el espacio para ser todo y nada. 

En “Árbol cosmonauta,” que es la viñeta que abre el libro, la autora propone que los árboles son los viajeros del universo. Un personaje anónimo quiere pintar sus hojas con tinta china y medir sus movimientos durante 24 horas. La suma de todos estos movimientos dará la cantidad de metros recorridos por el árbol en un día. Bastará con multiplicar para saber cuántos kilómetros ha viajado un árbol en su vida. Este pequeño cuento, además de darnos una idea del tipo de curiosidades que el lector encontrará en La memoria de las cosas, también deja ver que los cuentos de esta escritora mexicana son una acumulación de imágenes que simultáneamente crean una macro imagen que activa la memoria del lector. 

Otro de los textos que llaman mi atención es “Autobiografía”, cuento donde una zorra narra cómo sobrevivió a la domesticación, aprendió el lenguaje y habitó el espacio para enunciarse. Dice la zorra: “Este es un proceso narrativo, de transcripción, de conectividad”. ¿Qué pasa con el lenguaje cuando dejamos de habitarlo? ¿Qué pasa con el libro cuando sale de la imprenta para residir en libreros? En “Molusco”, un artista forja 7 caracoles de bronce para después tirarlos a la basura. El objetivo es encontrar o no los caracoles, trazar su vida después de la creación. Estos cuentos dejan dos pistas que apuntan al tipo de literatura que a Jauregui le interesa producir. Por un lado, está el rechazo a la figura individualista del escritor que se ve en experimentos literarios como el libro colectivo Taller de taquimecanografía o en ManyFiestas!; por el otro y quizá de manera menos obvia, el interés por los afectos que la literatura crea: la memoria de las cosas es el proceso de la suma de conectividades del lector. 

Tomando en cuenta que el trabajo de Jauregui siempre ha sido político, pues si bien hacer traducción, el feminismo y apostar por una editorial independiente pueden ser formas de habitar y hacer política. Si en Tsunami lo político surge de lo colectivo, el espacio público, y las mujeres, en La memoria de las cosas hay un interés por lo privado, individual y el objeto. En La memoria de las cosas pareciera que solo hay imágenes inconexas cuyo resultado es producir placer por la curiosidad. Esta curiosidad llevará a los lectores a diferentes lados. Habrá quienes se queden con la imagen de un pequeño mamífero que cuenta su autobiografía y aquellos que vemos a una zorra —que no es lo mismo que un zorro— hablar de su proceso de supervivencia a la domesticación. Producir estas conectividades afectivas es otra manera de hacer política. Cuánto y a dónde viajamos con estos reinos, depende de la memoria de los propios lectores.

Francesca Dennstedt, PhD. (Tijuana, 1988) trabaja como profesora e investigadora en literatura latinoamericana en Southern Illinois University-Carbondale. Tiene un doctorado en estudios hispánicos con una especialidad en estudios de la mujer, género y sexualidad. Su investigación se centra en el estudio de la producción cultural queer de mujeres en México.  Le interesa la construcción del canon, las teorías de los afectos y el feminismo latinoamericano, la literatura brasileña.