Hablemos, escritoras.

Tres preguntas con Solange Rodríguez Pappe.

Episodio 376 Estéticas del antropoceno

09/26/2022 · Gisela Heffes

No puedo imaginar un arte que no nos dé algo de luz"

Cuando Gisela Heffes le hace tres preguntas a Solange Rodríguez Pappe sobre su visión del impacto que el hombre hace en el planeta y cómo la literatura y el arte lo refleja, le contesta que ella es "alguien que no puede mirar ingenuamente la literatura". Dice que es "la voz del mito la que habla por nosotras, la voz del novum americano que nos recuerda que la humanidad está de paso pero la tierra permanece". No se pierdan escuchar y leer las interesantes y reflexivas respuestas de esta fascinante autora de libros como: La primera vez que vi un fantasma (Candaya, 2018), Levitaciones (Micrópolis, 2019), Sumergir la ciudad: Apocalipsis y destrucción de Guayaquil (Múltiples editoriales, 2019).



1.    Frente a los cambios que el Antropoceno va produciendo en el planeta y las crecientes alteraciones geológicas que los humanos estamos provocando, ¿cuál es el rol de la literatura y el arte, y es posible (o no) dar cuenta estéticamente de estos cambios?

He creído, desde siempre, que la literatura es la historia de la imaginación de la humanidad que marcha paralelamente de la historia “real”, si es que eso es posible, porque toda construcción histórica es también una ficción. Desde mi mirada, que es la de alguien que no puede mirar ingenuamente la literatura, creo que el arte realmente trascendente siempre ha estado sostenido por una postura política, por lo tanto, no hay forma, por más libérrimos que nos creamos, de separarnos del tiempo y del contexto en que nos desenvolvemos como fantasista, así sea para decir que la imaginación es una metáfora de lo que sea que se esté representando. Recuerdo que leí en El mundo bajo los párpados de Jacobo Siruela, que en la época de la segunda guerra mundial, Alemania entera, sin saber de los campos, soñó con hornos y quemazones ¿Cómo es eso posible? Los tiempos se infiltran, están allí incluso en nuestro propio lenguaje. Ahora todos somos póstumos, sobrevivientes a la ola de esta enfermedad tan letal como lo fue el Covid. Es seguro que luego de la digestión, el arte hablará de eso con fuerza. Creo que la conciencia universal, el imaginario, ha roto el canon para dar espacio a la voz otra: mujeres y otras especies. Es maravilloso que seamos las escritoras las conductoras, las médiums de esas voces. Es la voz del mito la que habla por nosotras, la voz del novum americano que nos recuerda que la humanidad está de paso pero la tierra permanece.

2.    ¿Cómo visualizar, además de la crisis planetaria y el imaginario escatológico, nuevos mundos o mundos alternativos, tal como lo proponen escritores como Margaret Atwood, cuando señala: “Las utopías van a volver porque tenemos que imaginar cómo salvar el mundo”?

La rama que más me interesa de la Sic Fic es la prospectiva, la posibilidad de proyectarnos a partir de la realidad, suponiendo siempre a dónde nos llevará nuestra insospechada condición humana. Frente a la posibilidad de un futuro inmediato, desde el siglo XVIII hemos imaginado que la tecnología nos hará mejores personas, pero sabemos que no es así, la modernidad y sus avances no nos salvarán, no obstante, la humanidad siempre veleidosa, nos sorprende con su miseria y con su nobleza.  Me interesa mucho imaginar qué vendrá luego del fin del mundo, o del fin, que hasta ahora viene siendo aparente porque ya hemos atravesado por varios fines en América. Quiero pensar luego de ese fin volvernos siendo otros, unos que no quieren repetir la historia y serán más empáticos y menos ambiciosos. En el camino nos adaptaremos, será cómico, será trágico, pero tengo esperanza. No puedo imaginar un arte que no nos dé algo de luz. Claro que el arte es testimonio, pero es también orden y sostén. Hay que dejar de pensar en conquistar y empezar a entender. Hay que mirar más fuera de nosotros y recordar el pasado.

3.    ¿Cuáles son los textos, trabajos y obras que más te inspiraron a escribir, entre muchos, De un mundo raro?

Primero me pregunté, qué lugar ocupa mi voz en la tradición de mi propia literatura. Con quién dialogo, de quién me diferencio; después trabajé en la oralidad, cómo habla la gente que va en un bus en la noche y se cuenta historias de terror, por ejemplo. Me gusta mucho leer en voz alta lo que transcribo. Usé la imagen de una de mis profesoras de la infancia que llegaba en tacos altos al aula pero luego se sacaba los zapatos para andar en pantuflas en la clase. Escuché la voz de Angélica Godorisher en Kalpa imperial, de esa manera construí la voz mítica de “El mar espera entre las astas de los ciervos”;  también la historia de amor galáctica interespecie que escribí y que se llama “Una luz inolvidable”, la armé a base de uno de los raros libros escritos por una mujer que quiso hacer SIC FIC en Ecuador, ella inspirada en U.K. Le guin; la ecuatoriana se llama Alicia Yánez: fue su primera y única incursión. También he leído a contemporáneas que admiro mucho por su imaginación como G. Rivero, L. Colanzi, B. González, A. Bazterrica, M. Machado, G. Arciniegas, P. Funchal, Iliana Vargas, todas enormes creadoras con propuestas interesantes e innovadores sobre el futuro.