Hoy, con ustedes nuestra reseña sobre Nefando (Candaya, 2016)(Almadía, 2019), controversial, poderosa, e imperdible novela por la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda (17 may 1988) autora también de Mandíbula (Candaya, 2018). El libro narra una historia sobre un video juego, un grupo de jóvenes, y las redes de un submundo en donde todo se vale dentro de la delgada línea que divide deseo y violencia. La lectura es profunda y atenta, abordando los detalles de la trama y haciendo conexiones sobre muchos otros temas relevantes que ésta saca a luz. La reseña es a cargo de nuestra colaboradora Alejandra Márquez (Michigan State University). Disponible en los Estados Unidos en Shop Escritoras.
¿Cómo narrar el lado oscuro del ser humano? Esta es una de las interrogantes a las que se aproxima Mónica Ojeda en su novela Nefando publicada por Candaya en 2016 y reeditada por Almadía en 2019. Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 17 may 1988) es una de las escritoras jóvenes latinoamericanas que más atención ha recibido por parte de la crítica reciente. Ha publicado tres novelas: La desfiguración Silva (Premio Alba Narrativa, 2014), Nefando (Candaya, 2016) y Mandíbula (Candaya, 2018). Sus cuentos han sido reunidos en los textos Emergencias. Doce cuentos iberoamericanos (Candaya, 2014) y Caninos (Editorial Turbina, 2017). Además de ser narradora, también es poeta. Publicó en 2015 la colección El ciclo de las piedras (Rastro de la Iguana) y ha sido galardonada con premios como el Premio Alba Narrativa en 2014 y el Next Generation Prize del Prince Claus Fund en 2019. En 2017 fue seleccionada para la lista Bogotá39, como una de las escritoras más importantes en América Latina de menos de 40 años de edad.
Nefando su segunda novela vuelve a tomar un papel importante con la publicación de Mandíbula para demostrar que esta escritora no es lectura fácil, y que sus obras exigen estar preparado para verse sobrecogido y a enfrentarse a temas complejos, e imágenes que difícilmente puede uno sacarse de la cabeza. La obra se centra en el tema del abuso sexual, la pornografía infantil, y la delgada línea que une y divide deseo y violencia dentro de los lugares más recónditos y terroríficos del ser humano. Con gran maestría Ojeda ofrece un descenso a los infiernos a través de los horrores que pululan por la deep web —la zona prohibida del internet donde es posible encontrar las expresiones más siniestras de la naturaleza humana— donde nos hace mirarnos al espejo para indagar sobre nuestra propia humanidad, y sobre los monstruos no existen porque, tal vez, los monstruos somos nosotros mismos.
La trama se centra en seis personajes: los hermanos ecuatorianos Irene, Cecilia y Emilio Terán; los mexicanos Kiki Ortega e Iván Herrera; y el Cuco Martínez, un hacker español. Todos ellos comparten un departamento en Barcelona. La historia inicia cuando Cuco, a petición de los hermanos Terán, desarrolla un juego de computadora llamado “Nefando” que, por su contenido pornográfico y violento, es retirado del internet por la policía. Esto despierta el interés de uno de los personajes, cuyo nombre y ocupación jamás son revelados, quien se encarga de entrevistar a varios de los protagonistas para comprender las razones detrás de su creación. De la mano de este personaje el lector va poco a poco descubriendo cómo funciona y cuales son los motivos ocultos de sus creadores; son los sueños de Kiki por escribir una novela pornográfica, cuyos fragmentos se intercalan a lo largo del libro; es el conflicto de Iván y su constante lucha con su propio deseo homosexual y su disforia de género. El reto estilístico es también la forma como Ojeda crea un texto híbrido que contiene entrevistas con sus personajes, dibujos, publicaciones en foros, e incluso el recurso metaliterario en el proceso de escritura de la novela pornográfica de Kiki.
Para retomar el concepto de decir lo indecible, la novela plantea la necesidad de encontrar las palabras y la manera de contar aquello que, como sociedad, no queremos ver, tal vez por parecernos demasiado siniestro, o porque es muy cómodo ignorarlo, de ahí la valentía de Ojeda, quien, como ya lo ha señalado en entrevista con Adriana Pacheco para Hablemos Escritoras Podcast, lo que somos incapaces de narrar se queda como vivencia y no se convierte en experiencia, es decir, no trasciende ni se vuelve parte de nosotros mismos. Por esta razón, por medio del personaje de Kiki, Ojeda nos ofrece una encarnación de la constante búsqueda de la escritura y de la importancia de encontrar la palabra precisa, “la expresiva”.
Nefando se adentra regresando una y otra vez a la compleja conexión entre deseo y violencia. Algunas veces, en los fragmentos de la novela que Kiki escribe sobre la historia de dos adolescentes que exploran su sexualidad desde la violencia y el sadismo. Otras, en la voz de Iván y su relación conflictiva con su cuerpo, donde se siente atrapado por su pene y cuando fantasea de mil maneras con la idea de cercenarlo. Sin embargo, la tensión narrativa reside principalmente en el juego, ya que conforme avanza la novela se nos revela en el aspecto obscuro que incluye los territorios del abuso sexual, la pornografía infantil, y el incesto. Sin embargo, Ojeda no recurre a victimizar a nadie, con lo que orilla al lector a cuestionarse sus propios juicios morales de una manera más cruda y frontal. Quien investiga sobre Nefando se enfrenta a la verdad descarnada: “El fin es la creación misma: ellos crearon Nefando para crear Nefando”, no para llegar a la catarsis, sino a la liberación. El juego existe porque puede existir, porque alguien así lo ha decidido, porque quienes justifican jugar de esa manera se sienten con el derecho de hacerlo.
Freud en la pulsión y el deseo, Barthes en la metáfora de la mirada, Sade en el uso del otro, o George Bataille en el deseo y su conexión con la violencia atraviesan el texto en la magistral narrativa de Ojeda que nos muestra cómo la transgresión sexual es generadora de deseo y el miedo, para muchos, es excitante. Erotismo y muerte se unen en este libro en su posibilidad de ser exceso y fuente de placer. Ese querer consumir, poseer y acabar con la escencia del otro está presente en Nefando, ya sea en el acto mismo de participar del juego, en el texto que escribe Kiki, o en las reflexiones de sus personajes. Lo fascinante es que la premisa, un video juego oculto en la deep web, es la que ata una historia que destaca por su creatividad y el cuidado de su estética.
Así, Nefando es, sin lugar a dudas, una obra que invita a su lector no sólo a pensar en los múltiples temas que aborda, sino también a confrontarse con la oscuridad humana, con los sentimientos que desatan el horror y el miedo, con los lugares del no retorno donde el cuerpo del otro es solo un objeto que se utiliza sin cuestionamiento alguno. La crítica en contra del abuso sexual, la pornografía infantil, y el incesto que hace esta escritora ecuatoriana es rotunda, pero más rotundo lo es enfrentarnos a repensarla desde sus misma entrañas. Aceptemos el reto que nos presenta leer este imperdible libro que se atreve a decir lo indecible y que demuestra por qué Mónica Ojeda es considerada una de las escritoras más relevantes del momento a nivel internacional.
Alejandra Márquez, PhD. (CDMX, 1988) es profesora asistente de literatura latinoamericana en Michigan State University. Tiene un doctorado en letras latinoamericanas en University of North Carolina at Chapel Hill en 2018. Su enfoque es género y sexualidad, crónica en América Latina, representaciones de violencia de estado en la literatura mexicana, cine LGBT latinoamericano, y estudios queer en Latinoamérica.